El sonido es el que sostiene
el universo es ese verbo mágico silencioso de las esferas estelares que fluyen
incesante en todo el cosmos, desde un grano de arena hasta una estrella ese
sonido maravilloso, grandioso, extraordinario
que mueve la vida que palpita en cada átomo, en cada sol, en cada animal,
vegetal, en cada uno de nosotros; es la música armoniosa que le da encanto a la
vida.
Uno se extasía al silenciar
los sentidos y escuchar el sonido del campo, en una montaña, en un riachuelo,
en una cascada, en una noche serena y estrellada o cerca del mar; la sinfonía infinita
no parece tener fin y los sentidos se
embriagan se confunden con el alma entonces sentimos la paz, la armonía, el
encanto de la música que nos hace vibrar bajo un embrujo maravilloso.
Los grandes clásicos de
nuestra historia verdaderos maestros de la música Beethoven, Chopin, Strauss, Schubert,
Bach y tantos otros que extrajeron esas notas llenas de encantos naturales y
espirituales.
Para alimentar nuestros sentidos
y enaltecer la grandiosidad del creador, esos hombres si son dignos de admiración,
las alabanzas de las escrituras contenidas en un lenguaje puro respetuoso lleno
de luz que alimenta nuestro corazón lleno de gozo y fervor; son melodías que
brotan de lo más profundo de nuestras entrañas para alabar al señor Jehová.
La música discordante
aquella que pierde el sentido real de lo divino despierta en nosotros los más
bajos instintos, alteran nuestros sentidos, nos induce al licor, drogas y toda
clase de desorden físico y psicológico hace que se pierda el sentido real de la existencia y ofende al señor Jehová que
es el ejercito de la voz manifestado en nuestra laringe que es el verbo creador.
Las palabras vulgares, inmodestas,
hirientes, sucias de doble sentido causan mucho daño a nosotros mismos y por ende a los demás sin tener en cuenta que vamos en contra
de lo divino y de la verdad que es el Padre. Nuestras emociones son notas altas
y bajas que vibran sin ningún control causa de la vida desordenada que llevamos
y los sonidos que emitimos son de gritos y ayees lastimeros que a unos agrada y
a otro entristece. Ese es el canto a la vida de hoy.
La verdad es que la música de hoy suena a tragedia, a fuerzas
extrañas, desobedientes de una armonía infinita perfecta donde no danzamos
acorde a la sinfonía de Dios.
Bendito sea el creador
bendito sea el señor Jehová, cantad al señor Jehová. Salmo 149

























